jueves, mayo 05, 2005

El chico nuevo en la oficina

Para todos nosotros los que trabajamos (o bien, como decía nuestra abuelita Margarita de Ideas 1,2 y 3: los que salimos del mundo de los sueños y las ideas) es todo un trauma entrar a la vida laboral, bueno, la verdad no estoy seguro que para todos, ni que sea un trauma, pero definitivamente es algo que cambia todos los hábitos a los que estabas acostumbrados, pues bien, hablemos del primer día de trabajo (el cuál puedes repetir una y otra vez si andas cambie y cambie), todo comienza el día anterior, tuviste una búsqueda laboral exhaustiva seguida de un buen de entrevistas, algunas malas otras pésimas (en mi corta experiencia, si me llevo súper con la chica de RH ya la hice), conoces a tus probables futuros jefes pero les das poca importancia; pues bien, te han contratado y mañana es el gran día, ay que nervios, escoges el traje que te vas a poner (al igual que en la escul, pero ahora hay que llevar corbata en lugar de jeans) y te acuestas temprano para que no se te haga tarde, ja, ...después de dar vueltas en la cama como si fueras un reloj, prendes la tv, no hay nada pero tú y tu insomnio nada más no ... ringgggg, suena el despertador justo en ese sueñito donde la princesa amidala te declaraba su amor (obviamente eras un joven jedi que luchaba por mantener la paz en la galaxia), tras los clásicos 5 minutos más (que finalmente se convirtieron en 20) ya se te hizo tarde!!!, corres a la regadera te bañas en 3 minutos 45 segundos te arreglas a toda velocidad y tomas cualquier cosa de la cocina para ir desayunando en el coche, te diriges a tu nueva oficia por la ruta óptima (jajaja, eso es lo que tu crees), generalmente tomas puras vías de “alta velocidad” que no son sino los estacionamientos más grandes y poco amigables que hay (y ni que decir de las hermosas obras públicas, marchas y demás) finalmente llegas un poquitín tarde, aún tienes que registrarte como visita y llegas a ver al nuevo jefe, por supuesto que no te acuerdas como era y tienes que preguntar (es muy recomendable preguntarle en la recepción para evitar llegar con él (o ella) y preguntarle) te instalas, listo para dar lo mejor de ti y no tienes absolutamente nada, no hay compu., extensión y si tienes lugar asignado considérate afortunado, llenas tus formatos burocráticos y hay de dos sopas: te picas el ojo o te quedas como perrito faldero viendo que hace tu jefe (a menos que te manden con otra persona para que te explique los procedimientos, en cuyo caso la labor es la misma, pero con alguien mucho más joven que será tu llave al medio social, te explicará las reglas no escritas, como es el jefe).

Llega la hora de la comida y no tienes ni idea, te atienes al horario que tu “dueño” y lo sigues fielmente, en el resto de la tarde no tienes mucho que hacer y te “liberan” 10 minutos antes, (wow que buena onda), tus labores seguirán siendo las mismas por lo que resta de la semana, pero lo más valioso que aprendes es:
  • Una ruta que se oye muy complicada, llena de vueltas y callejoncitos, que hará que tu hora con 20 minutos se convierta en hora con 5.
  • Das el paso inicial hacia quienes serán tus amigos del trabajo.
  • Que todo el software para el que fuiste entrenado se reduce a una hojita de excel.
  • Que toda tu realidad de días festivos y un mes mínimo de vacaciones a la que fuiste acostumbrado por tantos años ha terminado (ojito remi)

Hace poco cambié de trabajo y me volví a topar con la rutina, sólo que ahora no tenía a mi infiltrado que me hiciera la vida más fácil, esta vez ocurrió algo totalmente inesperado, mi jefe no tenía idea de quien era yo (él no fue una de las 4 personas que me entrevistó), no había lugar disponible y un área vecina me había prestado uno, dejé mis cosas y me explicaron algunos procedimientos, cuando regresé no encontraba mi lugar, pensé, obvio no conozco todavía el piso laberíntico, así que tras dar 2 o tres vueltas tuve que avisar que me habían robado mi lugar, así que tras la mirada incrédula de varias personas que decían: “efectivamente, aquí había un cubículo, mira, aún quedan las marcas en la alfombra” tuve que resignarme a buscar mis cosas en una caja que habían dejado e irme como refugiado a la oficina de mi jefe. Por supuesto que la caja aquí sigue (después de 3 meses) pero eso sí, apuesto que nadie ha perdido un lugar en menos de 2 horas.

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