el ataque de las batas blancas
Poca gente lo sabe pero en mi semestre sabático saliendo de prepa (cierto, estuve un semestre echándola muy a gusto en lo que me daba un break), pues bien, en esos 9 meses además de ver toda película que se me pusiera enfrente, uno de mis principales pasatiempos (más no hobbies) fue el de ser rata de laboratorio.
Por aquellas épocas a mis papás les entró una preocupación por mi estado de salud (la verdad todo comenzó con que mis uñas comenzaron a mostrar claras deficiencias), y dado que andaba por ahí, pues porque no?¿? Recuerdo que entre todos los estudios que me realizaron hubo varios electrocardiogramas, un ecocardiograma (mismo diseño que el de los bebes pero sirve para oír las válvulas del corazón), una tomografía computarizada, pruebas de esfuerzo de bruce (recordando Rocky IV cuando Drago corría en una banda sin fin e iban aumentando la pendiente), un no se que de los pulmones que es como una radiografía, una espirometría (que la neta es como una verificación, consiste en soplar por un tubito y miden algo así como los imecas), varios pinchazos a mis bracitos, el resultado: un hemi-bloqueo de la rama izquierda de la gis de vetuaverquedemonios.
Como hijo de doctor creó que pasamos más del tiempo debido en el hospital, ya sea porque sólo íbamos de visita (lo cual significaba recorrer el hospital saludando a cuanto doctor viéramos) o bien, en una de esas tantas visitas que sólo 3 niños con menos de 3 años de diferencia pueden generar (brazos rotos saltando en la bici, un popoit en el ojo, miles de esguinces, hermanos atropellados, etc), una de las imágenes que más recuerdo fue una vez que me ponían una férula en urgencias, mientras al lado mío un trabajador con la mano casi completamente desprendida detenía un matraz para no desperdiciar su sangre (eso es reciclaje) y yo con mi ridículo dedito golpeado.
Pues bien, la rata de laboratorio ha vuelto a las andadas, hoy me toco ir a hacerme unos análisis que el reumatólogo me mandó; como recordé todos aquellos momentos, la verdad hoy sólo fueron 6 radiografías y llenar 3 tubitos de sangre, pero no me pude librar de la hermosa batita ni de que la señorita de las muestras de sangre se distrajera y jalara "accidentalmente" la aguja causando un poco de dolor (nunca me he quejado de las inyecciones, pero estoy seguro que esas enfermeras lo hacen a propósito sólo por diversión y salir de la rutina). Ahora esperemos los resultados pero no me quiero unir al club de las estatuas de marfil.