sábado, enero 22, 2005

Pibe jorge @ pinamar

Viajar en Argentina es toda una aventura, desde a donde y como ir comienza la diversión (o pesadilla, depende el punto de vista), pues bien, dado que no había boletos urgentes para ir a Iguazú, o porque Ushuaia o Bariloche estaban demasiado lejos como para ir un par de días (dadas las condiciones de que había que regresar a buenos aires para el sábado) pues bien, la decisión fue unánime, Pinamar!!!

Pues bien, que demonios es pinamar y como lo descubrimos??, esta es la historia: en una de nuestras desesperadas idas a la oficinita de turismo que se encuentra en la calle de Florida (lugar que no debes olvidar, para futuros post) y después de buscar desesperadamente dos boletos de avión para Iguazú, el atento joven que nos atendía (de cuyo nombre no me acuerdo y que de ahora en adelante le llamaremos Diego) sacó un folleto de Pinamar, al verlo nos quedamos atónitos y dijimos ya estufas! ahora el reto era conseguir el trasporte, Diego al parecer tenía un acuerdo con la oficina de renta de coches pues independientemente de cual fuera nuestro destino él nos recomendaba rentar un auto (no importa si fueran tres semanas de viaje con sus respectivas paradas para ver pueblitos), pero dado que se salía un poco de presupuesto, y de que había que huir a primera hora de la mañana siguiente (por lo cual había muy poco tiempo para conseguir otros dos viajeros(as) para que saliera más bara), decidimos irnos en omnibus, así que de ahí derechito al retiro (donde se encuentra la vieja estación de trenes a la que Cortazar solía ir para estudiar a las personas), ok, llegamos a la estación de omnibus y cuál es nuestra sorpresa al descubrir que hay casi 200 boleterías, si, imaginate una central camionera donde tienes que elegir entre tantas opciones, de flojera, pues bien, lo bueno es que están organizadas según la zona a la que viajan, a nosotros nos tocaba el sureste (cuyo destino final es Mar del Plata), así que sólo había que elegir entre unas 40 ventanillas con la restricción que tenían que aceptar plástico en lugar de papel, de esta forma conseguimos boletos a las 8 de la mañana con destino a Pinamar, con llegada a la 1 de la tarde, cerramos el super deal de 39 pesitos por persona (aprox 11 dólares, que barato que barato diría lagrimita), salimos de ahí y seguimos paseando por Buenos Aires. Llegamos al hostel como a las 10 después de cenar y porque no echar la chelita un ratín, por ahi se encontraba los amigos hostelianos y porque no se armó un buen revén que termino como a las 6 de la mañana, así que decidimos echar la siestecita de una hora y correr a la estación, así que despertamos y tomamos un taxi a la estación y bien, si creías que nos habíamos quedado dormidos tienes toda la razón, salimos del hostal a las 8 y llegamos 10 minutos tarde, por supuesto el bus se había marchado, así que en un nuevo superdeal y gracias a la amabilidad del boletero ventanillero pos solo 7 pesos nos cambio el boleto a la una, no hace falta poner las fotos de mi cara regresando al hostal a seguir durmiendo hasta las 12 para que ahora si no se me hiciera tarde.

Tomamos el bus puntualísimo a la una menos 5 y a Pinamar, por supuesto que el camión comenzó a realizar escalas y fue entonces cuando lo descubrimos, estábamos en un guajolojet o mejor dicho, un bifejet, atrás de nosotros se sentaba una señora muy platicadora con una niñita igual de platicadora y cantadora, encantadora la chamaca, lástima que el sueño no me dejaba apreciar sus chacarreras, el paisaje básicamente consiste de praderas y vacas (según cálculos aproximados, en una de esas largas charlas hostelianas, llegamos a la conclusión de que hay 50 vacas por habitante, nada que ver con la población de ratas del df, o los tiburones australianos, mmm, interesting), llegamos a Pinamar casi al atardecer, el bus nos dejó a las afueras y a caminar, cruzamos un pedazo de bosque donde la tierra era casi arena de mar; comenzamos a vislumbrar casitas como de cuento de hansel y gretel, poco a poco las casas aumentaban y el suelo cambió a adoquín, comenzaba a haber negocios, a buscar alojamiento, recorrimos el pueblo completo hasta llegar a la playa, ahí comenzamos nuestra búsqueda y porque no?, decidimos empezar por el hotel más caro para ver lo que nos deparaba, llegamos a la recepción donde había un par de chicos fresa vestidos con polo y suetercito uno de los cuales muy amable nos mostró la habitación, por supuesto que era una suite con salita, cocina y recamara, el bro y yo decidimos que too much para llegar a dormir (a menos que nos la pasáramos en el spa y en la alberca, lo cual sonaba muy tentador, pero debíamos recordar que éramos mochileros y eso no estaba permitido), así que a buscar algo un poco más bara, poco a poco nos fuimos alejando de la playa y nos comenzaron a recomendar hostales estudiantiles, (recordando que éramos mochileros y no lo podíamos negar), así llegamos a unos bastante modestos de dos camas individuales y nada mas (de esas camas que si te gusta girar zaz!, acabas con la cara en el piso), en otro lugar incluso nos dijeron que estaba cerrado (la verdad que tío mas pesado) pues bien, decidimos que como personas tolerantes nos iríamos al punto medio, no tan nice como para que atiendan chicos fresitas, ni tan estudiantil, de esta forma le preguntamos a una porteñita con bufandita roja por un hotel decente (recordemos que además de playa tienen un bosque de coníferas x lo cual hace un poco de frió en las noches) la cual nos recomendó el hotel Arenas, ciao seguimos el camino, finalmente estaba ahí, un hotel de 4 estrellas con spa y piscina al precio estipulado 120 pesos por noche en habitación doble (si hacen las cuentas verán que son como 25 dólares por persona) así que nos quedamos y fuimos a dar una vuelta por los alrededores..

Después de tanto caminar, decidimos echar la cenita, pensamos en echar un pancho pero éramos demasiado felices como para armarla de tos (pancho es la forma argentina de decirle al jocho, hot dog o perro caliente) así que nos aventamos unas hamburguesas con nuestro litro de quilmes, por cierto que si pides una hamburguesa con todo, es literalmente con todo, la mía traía hasta un huevo estrellado (se oye peor de lo que es y si lo piensas es un alimento completo, de hecho no estaba nada mal), después de unas chelitas nos fuimos al hotel, bañito de tina y a la cama.

Al día siguiente decidimos cumplir el propósito de la misión, ir a sandbordear después de todo esta fue la imagen del catálogo que decidió nuestro destino, así que preguntamos y reservamos nuestro lugar para la excursión de ese día, dimos una vuelta por la playita, conocimos la rambla (casi monumento pinamarhistórico) y vámonos!!! Por nosotros pasó un chavo de casi 2 metros, pelo chino, que respondía al nombre de nachito (la verdad allá no les dicen así a los Ignacios, pero x que no lo rebautizamos a la mexicana?), venía en un vehículo 4x4 de la segunda guerra mundial, un verdadero monstruo que según nos contaba nacho, muy seguido tenía que ir a rescatar land rovers de señora nice, pues bien, salimos de la zona residencial y nos internamos en el bosque, subir, bajar, rebotar, ay!! ramazo en la cara, que este camino me aburre y quiero explorar nuevas rutas, que siempre no porque ya no pasa la nave y el bosque se está cerrando, pues bien, después de pensar en todas las pelis que se desarrollan en bosque, que no se porque razón todas me refieren desde viernes 13 hasta blair witch Project finalmente llegamos a la duna en algunos tramos la duna se encuentra sobre el bosque, imagínate que debido al viento, la arena comienza a tapar a los árboles como si fuera una amiba gigante. Subimos y bajamos montículos, unos chiquitos unos bastante grandes y finalmente llegamos a nuestra duna así que a ponerse en bañador, untarle cera a las tablas para aprender a deslizarse, por supuesto que al principio parecíamos pollitos aprendiendo a caminar, nada más lograbas ponerte de pie y al suelo, el sanbor (por su correcta pronunciación en argentino) es un deporte muy completo, te imaginas lo que es subir una y otra vez una montañita de arena, con el sol a todo lo que da y lleno de arena y el mar que sólo se ve a lo lejos, por lo cual ninguna brisita te llega, pues bien, después de un par de horas ya lográbamos deslizarnos a una buena velocidad, aunque debo reconocer que no podríamos entrar en algún campeonato, sin embargo nachito reconoció nuestra habilidad skatera y nos dio el reconocimiento de jóvenes sanborderos (aunque también traía un trineito en el que agarrabas buena velocidad y la caída no era tan aparatosa), así que cansados, deshidratados y totalmente enarenados (y tienen razón, eso de ser sandman si da sueñito) decidimos regresar a la civilización, la ruta esta vez fue por playa, cruzando a por las olas para farolear el 4x4, compramos un pomelo con mucho hielo (como la orangina pero de toronja) y recorrimos el fraccionamiento de la gente rica que tiene su casita de verano, nos despedimos de nachito quien nos recomendó un buen lugar para echar la chela, a darse una enjuagadita y a pasear otra vez, ahora si limpiecitos fuimos a comer unas pizzas a la leña muy buenas donde nos atendió el primer naquito argentino que conocimos, persona muy amable pero a todo nos respondía sí señor (con una pronunciación parecida al si sñor pero en argentino). Fuimos a echar la chela al lugar que nacho nos recomendó y a dormir tranquilitos.

Al día siguiente que era sábado, emprendimos el regreso a buenos aires para seguir con las aventuras, por supuesto que ahora sí pedimos cama ejecutiva (que es como un reposet) en un ómnibus de 2 pisos, que incluía un pequeño snack, peliculita, te daba cobijita y lo mejor es que no hacía paradas, todo por tan sólo 9 pesitos más (de haber sabido).

La historia de pinamar es la siguiente, al principio no había nada, solo unas cabañitas, la rambla y párale de contar, entonces a un arquitecto llamado Bunge (el cual nunca conoció el bungee jump) se le ocurrió la idea de rodear a el pueblo en un bosque de coníferas y empezar a construir cabañitas alpinas, pues bien, la idea prosperó y ahora esta lleno de gente nice que no le pegó la devaluación tan kñon, así que puedes estar en la playa (que nada que ver con nuestras maravillas mexicanas), en el club de pesca, o puedes ir a la duna a hacer motocross, sandboard, ir a jugar polo o quedarte en el spa y alberca (recordando que hace un vientecito frío en las noches), también tiene dos salas de cine que da funciones sábados y domingos con los estrenos de la semana.

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